miércoles, 4 de febrero de 2009

Las vivencias de mi infancia (breve abecedario de mis recuerdos).

Recordar los momentos buenos y malos, vividos anteriormente, es un homenaje a las personas que lo vivieron contigo y un afianzamiento a la tierra que nos ha ido criando.

Recordar lo vivido es saludable. Recordar es unirte a los tuyos. Recordar es revivir el pasado con una perspectiva de presente, pero teniendo en mente, siempre, siempre, el futuro. Pues cuando recuerdas, lo haces junto con los que lo han vivido, estando presentes como oyentes los jóvenes, que son nuestro futuro.

A fin de cuentas, eso es lo que hacemos en mi familia, cada vez que nos reunimos. “... Te acuerdas cuando?”, “...mamá cómo se llamaba aquella planta que el abuelo..?”

Y en esta ocasión, lo plasmo en papel, pero para que lo lean los demás, cada vez que le apetezca.
Las vivencias de mi infancia me vuelven a la memoria muy a menudo.

Pero dónde se alojan mientras tanto?. Parece inverosímil, pero es así; recordamos a veces, más fácilmente los hechos lejanos, que lo más recientes. Cuesta menos esfuerzo traer a la memoria lo que nos ocurrió con diez u once años, que lo que hicimos hace uno o dos.

La memoria, ese almacén dinámico tan magistralmente diseñado, tiene múltiples entradas. Cientos de veces, "queremos recordar", y lo hacemos; situamos "el puntero" cerrando levemente los ojos y apretando la sien, y ¡ahí está!, el recuerdo deseado. Otras veces, no somos nosotros los que provocamos el recuerdo; sino es un aroma, una luz, un sabor.

A mí me ocurre muy a menudo, pero no tanto como quisiera. Me gustaría recordar más frecuentemente mis vivencias.

Hay una vivencia, ¡bendita sea!, que a su vez concatena con otras, pero ocurren todas dentro del mismo periodo.

Me ocurre en verano, cuando visito mi pueblo en Agosto...

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