lunes, 16 de febrero de 2009

EL MISTERIO DE LA CUEVA (Capítulo III)

La pendiente de la Sierra hasta la Cueva de las Goteras era bastante pronunciada. Tenían que ir sesteando para que les costara menos trabajo.
Los tres primos caminaban pesadamente con las mochilas cargadas a las espaldas, descansando de vez en cuando y buscando para ello la sombras de los pinos.
Por fin llegaron a la Cueva de las Goteras. Ya comenzaban a estar un poco cansados. La entrada a la cueva estaba vallada. En una puerta de acceso había un cartel que decía: “Diputación Provincial. Conjunto arquitectónico Cueva de las Goteras. Prohibido el paso.”
—Se podrá entrar —preguntó Javier—
—No —le contestó Daniel—. Desde que la Diputación comenzó a tener interés por los restos encontrados en esta cueva y en la de La Higuera, vallaron las entradas. Hay que pedir permiso para visitarlas, y sólo se lo dan a estudiosos.
—A lo mejor el maestro de Historia puede pedir permiso —sugirió Laura— El año pasado hicimos una excursión a la Cueva de Menga. Nos dejaron pasar.
—Eso es diferente, Laura —le contestó Daniel—. Las cuevas de la Camorra no tienen tanta importancia histórica como La Menga y Los Dólmenes.
—¡Ah, ya! —musitó Laura— No entendía el porqué. Para ella, las cuevas de su pueblo era tan importantes como cualquiera otras.
Javier invitó a sus primos a “chuches”, y una vez servidos, retomaron el camino de nuevo.

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