viernes, 6 de marzo de 2009

El MISTERIO DE LA CUEVA: Capítulo línea 1

-Habían pasado bastantes años desde esa maravillosa aventura que mi padre me relataba cada vez que me iba a dormir. Me contaba que el tío-abuelo Carmelo (casado con la tía-abuela Regina, hermana de mi abuela Mate) escribió un libro que se titulaba “El Misterio de la Cueva”, y donde hacía protagonistas de la historia a varios sobrinos, y que lo había escrito pensando en poner de protagonistas a todos los primos presentes y futuros (estos últimos supongo que serían los que nacieron después, primos e hijos de primos). Si no lo hacía él, dejó dicho que el que quisiera fuera añadiendo más capítulos a la historia.

Y aquí estoy yo, Paula, cuando pasan veintidos años del tercer milenio. Natural de Alcázar de San Juan, provincia de Ciudad Real. Tengo 13 años, bastante alta para mi edad y para el poco peso que tuve al nacer, rubita de pelo y con unos ojos muy grandes y vivos; la boca dicen algunos que es la de mi padre y de mi madre los ojos; jugadora infantil del Mortadelo C.F. en el puesto de delantera centro; alumna de 1º de violín en el Conservatorio Superior de Música “Francisco de Gálvez de Málaga”, romántica empedernida, soñadora, amiga de mis amigos, celosa de mis hermanas,…. Y por favor, no piensen que de mayor voy a estudiar Matemáticas solo porque a los músicos se les dan muy bien. Eso es verdad, por lo menos a mí, pero…, ya que estoy escribiendo estas letras, quién sabe a lo que voy en el futuro.

- ¡Ay! …, el futuro; de eso trata estas breves líneas.

“... Las inscripciones que Javier, Daniel y Laura encontraron en el fondo norte de La Gran Bóveda, los dejaron atónitos. Varios pétalos de rosas dispuestos de una forma especial, una gran pirámide, lo que parecía El Partenón, la obra pictórica de Salvador Dalí “Sacramentos de la Última Cena”, dibujos de conchas espirales de moluscos (como los que había en casa de la abuela del primo Javier, Oliva), y muchas figuras de conejos….

… Meses después de comunicar el hallazgo, los eruditos que estudiaron las inscripciones determinaron que representaban diferentes elementos de la naturaleza: animales, plantas, obras del hombre, etc., que tenían en común una determinada disposición de su geometría, conocida como la «Proporción Áurea», «Número Áureo» y «Sección Áurea». El primero que definió la Proporción Áurea fue el padre de la geometría Euclides, allá por el año 300 a.C.:

«Se dice que
un segmento está dividido en media y extrema razón
cuando el segmento total es a la parte mayor
como la parte mayor es a la menor».

Por otra parte el valor preciso de la Proporción Áurea es un número infinito e irrepetible de valor: 1,618033988…”

Diez años después varios técnicos del CIEMAT (Centro de Investigaciones energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) en colaboración con personal del Museo del Prado, pasaron un RMN (Resonancia Magnética Nuclear) portátil por la cuadrícula 34 del Gran Mural (así se le llamó al conjunto de imágenes que descubrieron mis primos diez años antes). Este equipo permitió a los técnicos del Prado, discriminar entre las diferentes capas de polvo negro que se superponían sobre la pared, dejando al descubierto una figura insólita. Pero aquí no terminó todo, pues fueron apareciendo más figuras insólitas en otras tantas cuadrículas: en la 89, en la 1 (en esta cuadrícula aparecieron dos figuras superpuestas), en la 55, en la 2, en la 8, y varias más; y que ordenadas representan la maravillosa secuencia Fibonacci:

1,1,2,3,5,8,12,21,34,55,89,144,233, 377,610,987, …………

Esta secuencia tiene la propiedad de que a medida que se desciende a través de ella, la proporción de dos números Fibonacci sucesivos oscila de forma alternativa (siendo ésta oscilación mayor o menor), y se va acercando cada vez más a la Proporción Áurea. Hagamos una prueba dividiendo el 2º número por el primero, el 3º por el 2º, el 4º por el 3º, y así susesivamente:

¡Ay, mon dieu!, la Proporción Áurea qué maravillosa es. ¡Ejem!, ¡ya están otra vez!, que no hombre que no, que no pienso dedicarme a las matemáticas. ¡qué manía tiene la gente!.

El futuro, jolín, que se me olvidaba. El futuro parecía estar escrito en aquel Gran Mural: aparecían imágenes diversas, algunas relacionadas con la Energía, otras con el Medio ambiente, y bastantes más con la Tecnología (que gran acierto fue contar con la ayuda del CIEMAT), y para todas, la Proporción Áurea. Y si sienten alguna curiosidad tendrán que esperar. La semana próxima tengo la Audición del 1er. Semestre y tengo que interpretar el segundo tema del primer movimiento de la Sinfonía n.º 5 en do menor Opus 67 de Ludwig van Beethoven.

¡Qué curioso!, Beethoven distribuye el famoso tema siguiendo la sección áurea, y además esta obra era conocida por los nombres de «La Sinfonía del Destino», «La Llamada del Destino», y «El Destino llama a la puerta».

¡Vaya, vaya!, el destino, el Gran Mural, el futuro, la Proporción áurea. ¡Qué maravilloso misterio!

1 comentario:

  1. Carnmelo, nos tienes intrigados a toda la familia.¿Tienes en mente publicar, a través de alguna editorial, estos escritos? A mucha gente del pueblo le gustaría conocer estas historias del pasado, pues se identificarían con algunas de sus estampas.
    ¡Ah! Y espero que me saques con lo del "lebrillo de maimones" y la tunda que me gané.Y las anédotas con los maestros el Gallego, Martin Oñate,etc. son un buen filón: nos gustaría leerlas sacadas de tus recuerdos...
    Hay una "laguna anecdotaria" de tu paso por el Seminario. A mí me marcó bastante. ¿A ti no? Prueba a contar algo.

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