sábado, 28 de marzo de 2009

EL MISTERIO DE LA CUEVA: Capítulo linea2

Desde luego el personaje peludo y grandullón que Beatriz tenía delante era un cricetinae (lean bien por favor, que no he escrito que sea un cretino, ¡faltaría más!, sino un cricetinae). Los cricetinos (Cricetinae) son una subfamilia de roedores conocidos vulgarmente como hámsters. Se han identificado varias familias y la mayoría son originarias de Oriente Medio y el sureste de Estados Unidos. Al ser muy fáciles de criar en cautividad se utilizan principalmente como animales de laboratorio y como mascotas.

Efectivamente Beatriz estaba a un pispas de hacerse con un hámster si conseguía que sus padres no se opusiesen. Desde luego contaba con la inestimable conformidad (¿inducción?, provocación, ¡quién sabe!) de su querida hermana Lidia. El hámster es originario de la familia cricetus auratus, encontrada en el año 1839 por el zoólogo británico George Waterhouse en tierras de Siria, pero el final del animal mejor no contarlo. Más tarde sobre el año 1930, el zoólogo y profesor de la Universidad de Jerusalén Aharoni encontró una madre y varias crías de hámster también en el desierto sirio. Para cuando regresó a su laboratorio, la mayoría habían escapado o muerto. Los hámsters que sobrevivieron terminaron en la Universidad de Jerusalén, donde fueron criados con éxito. Debido a que eran levemente mayores en tamaño a los encontrados por el británico Waterhouse, se los llamó Mesocricetus auratus, aunque posiblemente se tratara de la misma especie. Mesocricetus aratus es el nombre científico actual del hámster sirio. Todos los hámsters sirios existentes hoy en día descienden de dichas crías.

Por lo tanto, Beatriz se iba a convertir en la dueña de un mesocricetus aratus, grandullón, guapísimo y que para más gloria, era dorado. Sí señores, el hámster era dorado. Y de eso se jactaba Beatriz cada vez que el tema salía a relucir, desde el día que lo vio en la tienda de animales. Y de Siria no muy lejos de Egipto, le corregía su hermana Lidia, que mira por dónde ponía más empeño en ese nimio detalle, que su hermana le otorgaba al color.

La momia del faraón HATSHEPSUT reposaba sobre la sencilla vitrina del Museo Egipcio en la ciudad de El Cairo. En 1903, al arqueólogo Carter encontró el sarcófago de Hatsehpsut en la tumba que hacía la número veinte de todas las descubiertas en el Valle de los Reyes, la KV20. Pero el sarcófago estaba vacío. Todos los indicios apuntaba que efectivamente se trataba del lugar de reposo del faraón Hatsehpsut, pero su cuerpo no estaba allí. Poco más de un siglo después, los eruditos tomaron interés por otra momia encontrada en una tumba menor del Valle de los Reyes, la KV20a, precisamente en el mismo año en el que descubrieron la KV20.Parece ser que el faraón había realizado el viaje de ultratumba, sin acólitos ni alhajas y vestimentas. Sólo el cuerpo se había “desplazado”.

El faraón Hatsehpsut gobernó Egipto desde 1479 hasta 1458 a.C. y tuvo la gran particularidad de que era mujer.

-Vaya, vaya. Con que eras mujer, ¡uhm! – comentó Lidia en voz baja mientras navegaba por las grandiosas salas del Museo Egipcio, gracias al software de cuarta generación de realidad virtual MeloGraphicVR3D®. Lidia abrió la ventana emergente de la Base de Datos que National Geographic© había completado a petición de la institución egipcia para buscar información sobre la tal faraona y esto fue lo que más le llamó la atención:

…” Se cree que Ahmosis, la madre de la reina-faraón, era hija de rey, lo que supuso una ventaja para Hatsehpsut, ya que su padre, Tutmosis I, no tenía sangre real. Es probable que Hatsehpsut utilizara su linaje materno para hacerse con el poder cuando su hijastro heredó el trono..”. Lidia siguió leyendo: ..” por lo que parece ser que Hatsehpsut además del avefría se había hecho acompañar en el definitivo viaje de una especie de roedor, el cual en todas las representaciones encontradas en los papiros descifrados, aparecía bañado en oro…”.

Lidia era doctora por partida doble: hace pocos años consiguió su primer cum laude en Arqueología Virtual por la University of Cambridge y el año pasado, lo obtuvo por su Tesis “Las transmutaciones orgánicas a través del espacio-tiempo, una paradoja maxwelliana: el caso de la momia encontrada en la KV20a”, en la University of Colorado Sprinfield, defendida por medio de videoconferencia con una audiencia nada despreciable.

Las conclusiones de la Dra. Lidia M.M. fueron que cuando coinciden una serie de circunstancias tanto espaciales como temporales, un cuerpo puede transmutarse en energía y posteriormente volver a su estado material, siempre que las variables espacio-tiempo converjan en el límite maxwelliano de la asíntota 3PHI con el 7º armónico de la onda cuasiestacionaria provocada por la cavidad buco-nasal. Lidia mantenía en su tesis que a lo largo de la historia, se habían dado estas confluencias de eventos que explicarían algunas apariciones/desapariciones singulares.

Lidia siguió parte de la tarde navegando por la Red intentando buscar evidencias que confirmaran su tesis. Mientras navegaba, una alerta en el canal RSS (RSS es una familia de formatos de fuentes web codificados en XML. Se utiliza para suministrar a suscriptores de información actualizada frecuentemente. El formato permite distribuir contenido sin necesidad de un navegador, utilizando un software diseñado para leer estos contenidos RSS[1]) la intranquilizó. Hoy era el vigésimo aniversario de aquel fatídico día en que su hermana Beatriz perdió para siempre a su querido hámster Bolitas.

Beatriz celebraba ese día su cumpleaños número once, y tras muchas discusiones consiguieron que sus padres fueran por el pueblo de los abuelos maternos, por primera vez después de unos cuantos años. Sólo pusieron dos condiciones: volverían a dormir a casa y los primos Rafalito y Cristina junto con sus padres, los acompañarían. Mejor que mejor pensó Beatriz, así tendría más posibilidades de que su papá y el tito Rafa llevara a los primos a la Cueva de los Órganos. ¡Qué cueva, qué bien detallada, cuántas aventuras había descrito el tito Carmelo en esa gruta!. ¡Sentía curiosidad por saber qué había de verdad y cuánto de fantasía!.

Pues sí, aquella maravillosa mañana de sábado los primos Beatriz, Rafalito y Cristina acompañados de sus papás, se acercaron a la Cueva de los Órganos. Lidia no pudo ascender a la Cueva por problemas mayores de intendencia, por lo que se quedó en Los Camorros con las mamás de los primos. Tenían previsto volver sobre las 2 de la tarde, hora de comer la porra con huevos fritos.

Cuando lo relataron a la vuelta, lo que tuvo que acontecer en la Cueva fue asombroso.

Parece ser que una vez llegados a la entrada de la misma y equiparse convenientemente, los cinco bajaron al primer escalón, pero sin intención de hacerlo hasta la Gran Bóveda. Le acompañaba el hámster de Beatriz, Bolitas. Bea insistió en llevarlo, y eso que el animal pesa un poquito. Pero, Bea es mucha Bea cuando se empeña en una cosa.

En fin, a Lidia se le empañan los ojos solo con recordarlo. Todo iba muy bien, los primos estaban muy contentos, cuando de pronto el hámster se escapó de los brazos de Beatriz y cayó por la cavidad que lleva a la Gran Bóveda. Se oyeron tres golpes secos (toc, toc, toc), pasaron 2 segundos y un cuarto golpe más estruendoso, algo así como puahvvv. Estos fatídicos y larguísimos cinco segundos fueron acompañados al unísono por el potente grito de los tres primos:

BOOOOOOOOOLLLLLLLIIIIIITTTTTTTTAAAAAAAAAAASSSSSS.
Los primos lloraban; Beatriz histérica, Rafalito que no dejaba de decir: si ya lo decía yo, ¡mira que traer al bicho ese!, Cristina temblando. Los padres pusieron orden. Comenzaron a llamarlo, pero no podían oír ningún ruido ni gemido. Rápidamente el tito Rafa se puso el arnés para bajar y traer de vuelta al animal. Si, era el más indicado. Por su trabajo en cartería estaba bastante en forma, sobre todo para hacer fuerza con los brazos, harto de llevar y traer las sacas de cartas de media Málaga.

Bajó sin ningún problema, encendió los dos carburos que llevaba, y la gruta estaba vacía. Alumbró al suelo recorriendo todos los recovecos existentes, pero nada. No había rastro del hámster. Recordó los cinco segundos de caída, y los golpes que se oyeron, intentando adivinar dónde podría haber aterrizado Bolitas. Se volvió hacía la cara oeste, por donde había bajado, y apreció tres salientes, que bien pudiesen cuadrar con los tres golpes secos. Giró 360º y se encontró una pared de 10 metros de altura.

Contra esta pared ha tenido que pegarse el animal, pensó. El cuarto y definitivo cuarto golpe. Además de los dos carburos, encendió una tercera luminaria, la linterna vieja de la mili. Y lo que vio, lo que vio sí que era grande. Trece figuras colocadas en dos columnas (como formando una puerta) y un gran ojo en el centro. Pasmado, se acercó y dejó que toda la luz iluminara la escena.
Con reparos, pasó la mano por la misma. A pesar de la humedad, del polvo que había en la cavidad y de la murcielaguina que abundaba por suelos y paredes, la pared estaba totalmente lisa, misteriosamente lisa, a excepción del centro del ojo. Notó que había pelos, sí pelos, pegados. Cogió algunos pelos, los revolvió con los dedos, los olió y efectivamente, aquello era pelo de animal, y más concretamente de hámster. Era innegable separar ese olor del hámster de Beatriz. ¡Pero dónde había ido a parar el animal. Vuelta a rebuscar. Nada de nada. Desaparecido.

Definitivamente aquello era un misterio. ¡A ver cómo se lo explicaba a Beatriz y a los primos!

El tito Rafa se volvió a colocar el arnés para subir, no sin antes hacer varias fotos a la escena figurativa con su video 4iGPanasonic.

Y eso fue lo que pasó hace hoy 20 años. Por supuesto al animal lo dieron por perdido y con las figuras parece que hubo algunos intentos serios de estudiarlas, pero las Autoridades siempre adujeron que no era más que una gamberrada de algún excursionista amante de los jeroglíficos. Pero Lidia ya desde entonces, pensaba que no; aquella escena en la pared estaba muy relacionada con la desaparición de Bolitas. Llevaba más de diez años formándose para acometer de una vez por todas, la resolución de esa desaparición.

Mostró en pantalla la imagen que su tío Rafa había obtenido. Trece figuras y un gran ojo central. No fue difícil deducir algunas cosas. El ojo correspondía sin lugar a dudas al ojo de RA, dios egipcio del sol. Los trece jeroglíficos correspondían a las letras:

A-T-L-I-O-S-B-A-U-S-R-A-T

leyéndolas comenzando por la primera de la izquierda y siguiendo el movimiento de las agujas del reloj. Pero aquello no tenía sentido. Afortunadamente Lidia era aficionada a los anagramas (es una palabra o frase que resulta de la transposición de letras de otra palabra o frase). Por ejemplo, las que más le gustaba a Lidia cuando jugaba con su madre: amor-roma, jamón-monja, ladrón-roldán, animal-lámina. Probó a mano, pero no obtenía resultados. De modo que se decidió por ejecutar el programa Ana4SW_grama, versión 4.0. Lo último en resolución de anagramas; en menos de 20 minutos tendría una lista de 10 posibles palabras. Lo dejó ejecutándose en segundo plano.
Después de una breve cabezadita, volvió a la tarea. Lidia se conectó el Instituto de Astrofísica de Canarias, pues le rondaba en la cabeza una idea relacionada con los astros. Buscaba algo inusual o bastante raro, que hubiera ocurrido por aquellas fechas de la desaparición.

Y vaya si lo encontró: 7 Astros: el Sol, Mercurio, Venus, La Luna, Marte, Júpiter y Saturno, estuvieron en conjunción (término que se emplea para definir un aspecto Astrológico en el cual los Astros están alineados). De modo que de trece letras, siete podrían estar relacionadas con la situación espacial de los astros en un momento determinado. ¿y las otras seis letras, a qué corresponderían?.

Lidia cerró un momento los ojos. Al volver a abrirlos, se dio cuenta de que el programa de descifrado de las letras había finalizado. Pulsó F5, y delante de sus ojos tenía dos grupos de cinco palabras; el grupo de la izquierda formado por palabras de 7 letras y el de la derecha por palabras de 6 letras. Y Lidia quedó enmudecida cuando entre los dos grupos, leyó el nombre de BOLITAS. ¡Cómo era posible tanta casualidad! La palabra compañera de seis letras era ARATUS. Le sonaba pero no sabía de qué.

Sonó el teléfono. Se abrió una ventana en la pantalla del ordenador. Su hermana Bea por videoconferencia. Después de aquella desaparición, Bea tardó algunos meses en recuperarse del mal trago, pero finalmente lo consiguió. Jamás tuvo un hámster como mascota. Y ahora, muy al contrario, su interés por este animal era exclusivamente profesional.
Beatriz estaba realizando su Tesis Doctoral sobre la influencia de la mutación del exón 19 del gen EGFR en concomitancia con la mutación T790M del alelo 20. Y para ello, necesitaba animales con los que experimentar; y por ello llamaba a Lidia. Tenía noticias de la buena respuesta a ensayos de una subfamilia de hámster, pero no recordaba el nombre. Y acudía a Lidia, para que su maravillosa computadora le diera la respuesta. Cuando hizo la pregunta, la cara de Lidia se iluminó. No necesitaba consultar a PERTA43 (así se llamaba su modelo Macintosh) para darle la respuesta:

-Mesocricetus aratus- le contestó a su hermana. De la misma familia que tu querido Bolitas. ¡Ah! Y ARATUS significa dorado, como tu hámster.

Tras despedirse de Bea, Lidia siguió en su tarea. De modo que tenía lo siguiente: La palabra BOLITAS (el nombre del hámster) y la palabra ARATUS (la subfamilia del animalito); y los 7 astros alineados en una fecha determinada. Pero la fecha no era totalmente exacta. Algo faltaba. Volvió a mirar la foto de la escena figurativa, y por capricho de la tecnología, tenía impresa la hora en que se hizo 19:00. Es decir, el 23 de Marzo de 2009, sobre las 19:00, siete astros en el cielo están alineados, y se produce la desaparición de Bolitas.

-No puede ser, no puede ser. Tengo que ajustar más. Me falta algo-, se repetía Lidia.

Recordó que entre que se escucharon los golpes de la caída de Bolitas y la hora de la foto, habrían transcurridos veintiún minutos. Si se los restamos, a las 19:00 nos da las 18:39. ¡Rayos y truenos!, pero si es la fecha en que el zoólogo británico Waterhouse encontró por primera vez el hámster sirio. Nuestro Bolitas.

Lidia se puso a recopilar:
- La palabra BOLITAS (el nombre del hámster),
- la palabra ARATUS (la subfamilia del animalito),
- los 7 astros alineados a las 18:39 del día 23 de Marzo de 2009.

La situación le resultaba familiar, pero intuía que faltaba una cosa más. Abrió en otra ventana, la versión pdf de su Tesis doctoral, y marcó con rojo lo siguiente:

…”cuando coinciden una serie de circunstancias tanto espaciales como temporales, un cuerpo puede transmutarse en energía y posteriormente volver a su estado material, siempre que las variables espacio-tiempo converjan en el límite maxwelliano de la asíntota 3PHI con el 7º armónico de la onda cuasiestacionaria provocada por la cavidad buco-nasal”.

Ya lo tenía, sí Señor, ya tenía la solución. Las circunstancias tanto espaciales como temporales estaban clarísimas, y la última condición también. Los gritos de los tres primos generaron cuatro segundos después de su emisión, el 7º armónico de la onda cuasiestacionaria. Efectivamente, se daban todas las premisas. Se había producido una transmutación de materia en eses preciso instante.

-Vaya paquete, vaya paquete-, pensó Lidia. Como les va a decir a su hermana, a sus primos, a sus padres y a su tito Rafa, y todo el orbe mundial que bolitas, a las 18:39 del día 23 de Marzo del año 2009, tras caer a la Gran Bóveda de la Cueva de los Órganos, darse tres sonoros golpes más un último sobre el Ojo de Ra, desapareció sin dejar rastro, porque tres niños gritaron su nombre.

Pero no seré yo quien lo cuente. ¡Que lo cuente otra!


[1] Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/RSS

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